La necesidad de paz

La necesidad de paz

Las elecciones del 21 de diciembre de 2017 son las elecciones más importantes que Cataluña haya visto jamás. Son también las elecciones más importantes que España ha visto en su vida. Son unas de las elecciones más importantes en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, todos, absolutamente todos, debemos votar. Pero votar por sí solo no es suficiente. Cuando los ciudadanos voten, deben dejar claro por qué están votando y qué esperan de sus políticos.

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Matthew Parish

Cataluña corre el riesgo de caer en una guerra civil. Por eso escribo este artículo. Y por eso estoy comprometido con la crisis catalana. No lo hago porque un partido español o catalán me pague. No estoy comprometido porque tenga intereses políticos en España. Lo estoy porque soy un especialista en la resolución de conflictos civiles. Cataluña está en riesgo de guerra. Por eso es por lo que estoy aquí.

Personalmente sostengo una posición neutral sobre la cuestión de si Cataluña debe convertirse en un estado independiente. Puedo ver argumentos a favor. Y puedo ver argumentos en contra. Pero mi opinión no es lo importante. Mi mensaje de fondo es que las crisis constitucionales de este tipo no son nuevas. No son algo que los españoles y los catalanes inventaran entre ellos en 2012. El siglo XX está lleno de crisis secesionistas. La historia está llena de ellos. La mayoría de los intentos internacionales de intervenir en estas crisis han fracasado. La mayoría de las disputas etno-territoriales sobre secesiones han dado lugar a una guerra civil y a la muerte generalizada de civiles. Esto significa que es más que probable que la crisis catalana tenga como resultado una guerra civil y la muerte generalizada de civiles. En definitiva, las probabilidades son las de un conflicto armado.

Estoy tratando de evitar que eso suceda. Para poder ser de ayuda, necesito que vote, y necesito que exija que voten todos sus amigos y parientes. No me importa qué inconvenientes o cuánto tiempo le lleve ir a votar. Necesito que todos voten. Si son necesarias tres horas para informarse sobre la ubicación de su mesa de votación, y cinco horas de espera para votar, necesito que lo haga. Si necesita tomarse un día de descanso en el trabajo por vacaciones para poder votar, entonces necesito que lo haga.

Voy a predecir cómo comenzará la guerra civil catalana, si comienza. Repito, es más que probable que lo haga, aunque estoy aquí para tratar de detener ese desenlace. El escenario es el siguiente. Después de las próximas elecciones, la política tomará un giro más intransigente. Las posiciones políticas se atrincherarán. Los ingresos fiscales se retendrán. Se producirán incidentes más violentos. La economía de Cataluña, gran parte de la cual se basa en el turismo, la industria y la banca, se desplomará a medida que los turistas y los inversores huyan. La economía de España sufrirá, ya que la disminución de ingresos fiscales provenientes de Cataluña inhibirá la capacidad de España para pagar los intereses de su masiva deuda soberana. España se tambaleará cada vez más al borde del incumplimiento de la deuda soberana. La Unión Europea impondrá una mayor austeridad sobre España, en un intento de equilibrar sus cuentas. Esto implicará la reducción del gasto social y una subida de impuestos aún mayor.

Esto va a fomentar un malestar social. Los jóvenes desempleados de España se amotinarán en las calles, porque no pueden permitirse el lujo de comer o pagar el alquiler. Esto creará un ciclo económico recesivo. Los españoles provocarán disturbios. Los catalanes harán lo mismo. Aumentará el número de personas sin hogar y desempleadas. La economía se derrumbará, porque el descontento político disuadirá a los inversores y precipitará la fuga de capitales. España no pagará sus deudas externas, en medio de disturbios aún más violentos. Esto aumentará la presión para lograr la independencia catalana, ya que los catalanes quieren escapar de la catástrofe española.

Madrid no va a querer permitir esa independencia, porque los ingresos por vía fiscal de Madrid se van a erosionar a medida que la economía catalana colapse. Nadie prestará a Madrid más dinero. Madrid dejará de tener capacidad para pagar salarios a los funcionarios. La presión por la austeridad aumentará desde Bruselas. Las dificultades sufridas por españoles y catalanes se agravarán. Eventualmente se producirá un detonante. Alguien usará la violencia: ya sea para tomar el dinero de una parte, o para evitar que la otra tome el suyo. Así es como casi siempre comienzan las guerras civiles.

Si por un momento se imagina a sí mismo como un héroe o un mártir de la causa, recapacite. Si cree que su sangre va a ser causa de admiración al empapar la bandera española o catalana, recapacite. Nadie puede ganar esta guerra civil. En realidad, nadie ganó la última Guerra Civil de España. Mucha gente de ambos lados murió durante y después de esta guerra. Una generación quedó marcada por la guerra y la muerte. España sucumbió al fascismo y la pobreza. No hay ganadores en las guerras civiles. Los héroes siempre mueren, al igual que sus familias.

Pregúntese si sus padres o abuelos deberían ser mártires de la causa. Pregúntese si sus hijos pequeños deberían ser mártires de la causa. Pregúntese si sus hermanos, hermanas, primos, sobrinas y sobrinos deberían ser mártires de la causa. Pregúntese cómo un niño, un anciano o un enfermo pueden aceptar voluntariamente ser mártir de la causa. Los niños y los ancianos son las primeras víctimas en una guerra civil. Pregúntese qué le otorga el derecho a decidir si personas inocentes deben servir como mártires a su ideología.

Tengo dos hijas. Tienen siete y cuatro años. Cada año, un día de diciembre, tengo que explicarles a mis hijas por qué su madre está tan triste. Eso es porque ese día en 1992, su madre regresó a casa de la escuela en Bosnia y Herzegovina, y se encontró a su madre y a su abuelo asesinados por sus vecinos en medio de una guerra civil. Le ahorraré los detalles. Mejor que no los conozca. Le digo esto para despertarle. Le digo esto para que se detenga y recapacite. Le digo esto para que elija el camino de la paz, la negociación y el compromiso. Las decisiones que toman como votantes catalanes son importantes. Las decisiones que toman sus políticos, a quiénes elegirán, son importantes. Las personas que eligen son responsables ante ustedes.

La guerra civil tiene dos ingredientes necesarios. Uno es la escasez de dinero. No hay suficiente dinero para todos. En Cataluña, esta condición está satisfecha. Madrid necesita los ingresos fiscales de Cataluña para evitar la quiebra. Cataluña necesita sus ingresos fiscales para proporcionar atención social y servicios públicos a su población. A medida que las personas discuten sobre cuestiones constitucionales, la escasez de dinero se ve exacerbada. Eso se debe a que la inestabilidad política causa un perjuicio económico. Las empresas pierden confianza. Los turistas dejan de venir. Los inversores sacan su dinero de los bancos. Los ingresos tributarios disminuyen. El problema de la escasez de dinero aumenta aún más.

El segundo ingrediente necesario de una guerra civil es un pronunciado sentido de diversidad y diferencia cultural. Las desigualdades económicas entre regiones existen en todos los países del mundo. Pero no hay movimientos para la independencia de la Costa Azul, Hertfordshire o la Toscana. Estas regiones no tienen sus propios idiomas, o una cultura suficientemente diferente de los estados de los que forman parte, para engendrar un movimiento de independencia. Por el contrario, Cataluña cumple el criterio de diferencia cultural.

Las crisis políticas que implican intentos de secesión y reformas constitucionales se pueden resolver. Siempre hay motivo para la esperanza. La solución pasa por el compromiso a través de la representación de opiniones diferentes en instituciones democráticas flexibles en las que las personas confíen. Ni España ni Cataluña poseen dichas instituciones. Los ciudadanos de España y Cataluña no confían en sus gobiernos. No confían en sus tribunales, que encarcelan a políticos pacíficos pero no llevan a juicio a políticos corruptos. No confían en su sistema electoral, que es tan frágil que parece estar manipulado. No confían en sus funcionarios electos, que andan sumidos en el escándalo. No confían en sus periodistas, que propagan juicios sin fundamento en lugar de un debate desapasionado y bien razonado.

El estado español, incluidos muchos de sus representantes en Cataluña, se está dedicando al ejercicio masivo de robar. El estado español no está realizando su tarea más importante: proporcionar un foro para el intercambio de diferentes puntos de vista, y un conjunto fiable de leyes e instituciones para resolver esas diferencias de una manera que todos puedan aceptar, incluso si no están de acuerdo.

En España y en Cataluña, nada de esto funciona. El resultado es que la gente tiene miedo. Tiene miedo de hablar en contra de los abogados, los tribunales, los jueces y la policía. Tiene miedo de expresar su oposición a las personas poderosas. Esto explica por qué los periódicos de España y Cataluña son tan despreciados. La gente usa las redes sociales para intercambiar ideas, porque tiene miedo de expresar sus puntos de vista en los medios ordinarios. Mi visión basada en las opiniones de los ciudadanos sumidos en la crisis catalana es la de que tienen miedo.

No hay soluciones fáciles para el secesionismo. Pero la guerra civil y la violencia no son inevitables. Se pueden prevenir, incluso si las instituciones del estado fallan a sus ciudadanos. La cultura política española y catalana son de corte autoritaria. Son demasiado tolerantes con la corrupción, pero esto puede cambiar. No es una cuestión de izquierda versus derecha. Una democracia vibrante encuentra espacio para el debate entre diferentes ideologías. Yo, por ejemplo, tengo mi propia ideología, pero respeto a aquellos que no están de acuerdo con ella. Por tanto, para que las instituciones políticas cambien y poder llevar a la práctica este concepto de respeto, los ciudadanos deben de exigirlo. Las cosas no mejorarán si todos ignoran la corrupción y participan de la misma. Las cosas no mejorarán si se practica el silencio sobre los fracasos de la sociedad moderna española y catalana, que todo el mundo conoce, pero de los que nadie habla. Las cosas no mejorarán si se trata de ocultar el doloroso legado histórico de España que continúa infectando su cultura política en la actualidad.

La gente debe exigir estándares más altos a sus políticos. Deben exigir que sus políticos hablen de las cosas que son importantes para sus vidas. Deben exigir que sus políticos mejoren el sistema jurídico. Deben dejar claro que si los políticos no cumplen con estas reformas elementales, serán destituidos. La ciudadanía debe votar en base a la competencia de un político, no sobre la base de una afiliación nacional o división ideológica.

Las elecciones del 21 de diciembre de 2017 son las elecciones más importantes que Cataluña haya visto jamás. Son también las elecciones más importantes que España ha visto en su vida. Son unas de las elecciones más importantes en Europa desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Por tanto, todos, absolutamente todos, debemos votar. Pero votar por sí solo no es suficiente. Cuando los ciudadanos voten, deben dejar claro por qué están votando y qué esperan de sus políticos.

Lo más importante que las personas deben esperar de sus políticos no es una posición nacionalista o antinacionalista. Tampoco deberían exigir una posición capitalista o socialista. En su lugar, deberían exigir mejores tribunales, menos corrupción, un medio ambiente mejor, una mayor responsabilidad política ante los problemas de los ciudadanos y el final del miedo. La gente debe explicar lo que espera de sus políticos. Debe exigir estas cosas.

Pasadas las elecciones, se iniciará un proceso de construcción de una coalición. Este no será un ejercicio pasivo para la gente de Cataluña, en el que los políticos se sienten en habitaciones llenas de humo y hagan tratos secretos. Los votantes deben trasladar a sus políticos recién elegidos lo que esperan de una nueva Generalitat. Deben expresar su voz, exigiendo que cualquiera que sea la coalición que se forme, poco después ponga en marcha una reforma institucional. Los votantes deben escapar de las divisiones sin altura de miras: separación versus unión; socialismo versus capitalismo. Deben decirles a sus políticos que quieren que el gobierno catalán trabaje mejor.

Si los catalanes pueden hacer esto, el resto de España también lo hará. Si los catalanes elevan el nivel del discurso político, Madrid se avergonzará. Entonces el proceso de reforma institucional podrá comenzar. Será lento y doloroso. No existe ninguna solución rápida para la situación desesperada actual, pero podrá iniciarse una reforma gradual. Exija estado de derecho. Exija tribunales de justicia imparciales. Exija el fin de la corrupción. Exija una reforma constitucional: no solo para Cataluña, sino para toda España.

Al margen de que la independencia llegue o no a Cataluña, estoy seguro de que no llegará rápidamente a menos que haya derramamiento de sangre. Mi trabajo es evitar el derramamiento de sangre y ayudar a Cataluña a comenzar a enmendarse y a salir de la crisis actual. En mi opinión, el hecho de que Cataluña pueda o no obtener la independencia en un futuro depende de si Cataluña pueda reformarse más rápida y eficazmente que el resto de España. Si lo consigue, entonces Cataluña podrá presentar una argumentación objetiva para la independencia. Usted mismo podrá decir que Cataluña funciona mejor que el resto de España. Que tiene mejores tribunales, mejores leyes, menos corrupción, una democracia más efectiva y un mejor gobierno.

Cataluña aún no ha llegado a ese punto, pero lo podría lograr. La futura Cataluña será brillante si sus ciudadanos quieren que lo sea. La crisis catalana ha revelado cuán disfuncional es España para resolver pacíficamente los problemas constitucionales, y también cuán ineficaz es la Unión Europea para mediar en las crisis internas dentro de sus estados miembros. Lo más positivo que emerge de la crisis catalana es la clara exposición de los graves problemas que afectan a la justicia, la libertad de prensa, la calidad de la democracia y la capacidad institucional para llegar a un acuerdo.

La exposición de estos problemas implica que hay una oportunidad para abordarlos. Pero los votantes catalanes deben dejar claro que estas son las cosas por las que se movilizan para votar. Esto es importante no solo en el momento de depositar su voto en las urnas, sino también en los días, semanas, meses e incluso años posteriores a la votación. Cataluña no puede permitirse más elecciones rápidas. Necesita un gobierno estable. Paralelamente, Madrid necesita apoyar este hecho y dejar de actuar como un tirano.

Cataluña se encuentra al borde de un conflicto civil. De lo contrario, si no fuera por eso, yo no me implicaría personalmente. La resolución de conflictos civiles es a lo que me dedico. Mi presencia en Cataluña es una mala señal. Significa que las cosas están fuera de control. Para estabilizar la situación, es necesario que vote. Si no vota, entonces otra persona lo podría hacer por usted. Eso no será positivo. No debe suceder. Si hay muchas papeletas fraudulentas, será mucho más difícil encontrar un camino hacia la paz.

Por mi parte, considero que puedo ayudar a estabilizar problemas con carácter de emergencia. Pero Cataluña no puede operar en un estado de emergencia política y económica por mucho más tiempo. Madrid y Barcelona deben encontrar un modus operandi inmediatamente. Deben ponerse de acuerdo en algo, incluso si no están de acuerdo. Debe haber algún tipo de diálogo. Cualquiera que sea el futuro político de Cataluña, debe ser el producto de la negociación y un proceso cuyos resultados todos puedan aceptar. No debe ser el resultado de una postura autoritaria y de la violencia.

La decisión sobre el camino a seguir recae ahora en el pueblo catalán. Votar es importante, pero no solo se trata de acudir a la mesa de votación. De lo que se trata es de presionar continuamente a sus políticos electos para que mejoren. Todos los asuntos más desagradables de la política, la justicia y la economía deben discutirse y mejorarse. Eso es lo que deben exigir como votantes. Entonces, y solo entonces, Cataluña tendrá un futuro brillante.

Matthew Parish es un abogado internacional con sede en Ginebra (Suiza) y ex miembro del personal de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas. Es estudioso de los conflictos étnicos y la guerra civil, y ha publicado dos libros y más de doscientos artículos. Es Profesor Honorario de Derecho Civil y Litigios en la Universidad de Leicester y Líder Global Joven del Foro Económico Mundial. La revista Bilan lo nombró una de las trescientas personas más influyentes de Suiza. www.matthewparish.com

Este es el sexto de una serie de artículos escritos por Parish sobre la crisis en Cataluña. Las tres primeras son Reflexión sobre el Conflicto catalánIndependencia catalanaSecuestrar CataluñaSuprimir Cataluña; Votaciones Catalanas; y Fraude electoral en las elecciones Catalanas – ¿podría suceder?

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